En 1880, A Thomas Alva Edison se le prendió la ampolleta. Luego del desarrollo que muchos científicos lograron durante años, Edison, patentó el modelo que podía ser comerciable para masificarlo. Con el pasar de las décadas la ampolleta fue evolucionado hasta convertirse en uno de los inventos que más utilizamos hasta el día de hoy: la ampolleta incandescente.
Pero debieron pasar cien años para que surgiera otra alternativa: las ampolletas fluorescentes compactas, más conocidas como “ampolletas de ahorro de energía”. ¿Qué las diferencia, cuál es mejor? y, lo más importante, ¿vale la pena cambiarse a las nuevas ampolletas? Vamos por partes.
El factor calor
La eficiencia de una ampolleta tiene que ver con la forma en que ésta consume la energía eléctrica. Los dos tipos de ampolleta emiten la misma “cantidad” de luz, pero la gran diferencia es que las ampolletas normales generan más calor, mientras que las de ahorro no lo hacen.
La comprobación la puede hacer uno mismo: basta con mantener prendida una lámpara que usa una ampolleta normal y otra que usa una ampolleta de ahorro. Sólo la primera se calentará (y bastante) a los pocos minutos.
Esta emisión de calor es precisamente lo que hace que las ampolletas normales sean menos eficientes: la mayoría de la energía que consumen al funcionar la usan para producir calor y sólo utilizan entre 5% y 15% de esa misma energía para producir luz.
Incandescente vs Fluorescente
Un punto a favor para las ampolletas de ahorro, es que convierten la mayor parte de la energía que consumen, en luz y no en calor. Esto quiere decir que iluminan lo mismo que una ampolleta normal, pero gastan menos electricidad, lo cual- afortunadamente- se ve reflejado en nuestra cuenta a fin de mes y en una menor huella de carbono a nuestro haber.
El beneficio en nuestro presupuesto está comprobado. Según Chilectra, las ampolletas y el refrigerador son los artefactos que más consumen energía en una casa y si remplazamos 9 ampolletas normales por 9 ampolletas de eficiencia bajaremos nuestro consumo de 59 a 12 kilo wats mensuales, lo que nos entrega la siguiente buena noticias: podemos ahorrar casi $5.000 al mes en electricidad.
Quizás el único pero de las ampolletas de ahorro es que las unidades son un poco más caras que las normales. Si no queremos gastar tanto dinero de una sola vez, una opción es cambiar las ampolletas de manera selectiva, es decir instalar ampolletas fluorescentes en las piezas que más usamos y dejar para después las habitaciones cuyas luces no prendemos todos los días (según Chilectra, conviene utilizar ampolletas de ahorro en instalaciones que se mantengan encendidas por más de 2 horas al día).
Sin embargo, es importante considerar este dato que entrega Chilectra: a pesar de que las ampolletas eficientes sí son más caras, el gasto al comprarlas se recupera en menos de cinco meses de uso dado el ahorro que generan. Además, las ampolletas fluorescentes tienen una mayor vida útil. Según el Sernac, las de ahorro duran en promedio 6 veces más que las ampolletas normales.
¿Convencidos?
Si después de leer todo esto ya eres parte del Club de Fans de las Ampolletas Eficientes, te contamos que Europa también es parte de ese grupo. Desde el año 2009 comenzó a gestarse en dicho continente una iniciativa para abandonar, para siempre, las ampolletas incandescentes, dándole la más cordial bienvenida a las ampolletas de ahorro.
Esa iniciativa es ahora una realidad: las ampolletas normales simplemente dejaron de fabricarse. La Unión Europea calculó que para el 2020 esto les haría ahorrar el equivalente al consumo anual de 11 millones de hogares y cada persona verá este beneficio en sus boletas, que se reducirán un 15%.
Si también quieres decirle adiós a las incandescentes y saber qué ampolletas cambiar y por cuáles, debes fijarte en el rotulado que viene en su envoltorio. Este trae 7 categorías de eficiencia identificadas por letras de la A a la G. La “A” corresponde a la ampolleta más eficiente y la G a la menos eficiente. Además, ten en cuenta el siguiente cuadro de equivalencias entregado por el Sernac y prepárate para que tu casa se transforme en una pequeña y ahorradora versión de la Unión Europea.
Por Javiera Pérez