Dinamarca es ambiciosa. Además de ocupar el segundo lugar de Índice Global de Economía Verde, se propuso llevar a cabo un plan con el que ya obtiene el 20% de su energía a través de fuentes renovables, pretendiendo llegar al 100% durante el año 2050. Para el cumplimiento de esta y otras metas ambiciosas, ha sido necesaria la participación de la sociedad en su conjunto: el estado, las empresas, las ONG y la ciudadanía en general. Porque creemos que un futuro verde es posible, a continuación te mostramos algunas de sus iniciativas.
Factor viento
Los daneses están poniendo gran parte de sus fichas en la energía eólica. Comenzaron a acercarse a ella en los años 70, convirtiéndose en los pioneros del uso comercial de este tipo de energía. ¿Cómo están hoy? Una quinta parte de la energía del país proviene del viento, pero hay más: en Kriegers Flak, en el Mar Báltico, se construirá el primer parque eólico en alta mar; una red de 600 mega watts que transmitirá energía renovable no sólo a Dinamarca, sino también a Suecia y Alemania.
Aprender a reutilizar sus desechos
Otra iniciativa del gobierno danés fue enseñarle a la población a distribuir su basura para ser reutilizada. Los desechos residenciales son quemados y el calor generado en el proceso se usa para calefaccionar casas. Las cifras, nuevamente, son geniales: se quema un 94% de la basura generada (es decir, sólo un 6% llega a los rellenos sanitarios) y un 61% de los hogares recibe esta calefacción estatal, según Anders Hasselager, experto danés en ERNC.
Una isla como ejemplo
Samsø es una isla del Mar del Norte que vivió una revolución en 1997. Ese año ganó una competencia nacional para transformarse en una ciudad modelo en el uso de energías renovables. Hoy son el primer pueblo autosuficiente del mundo en materia energética. Han instalado 2.500 metros cuadrados de paneles solares en los techos de las casas, usan calderas de biomasa donde queman paja para generar combustible e incluso hay agricultores que usan el calor de la leche que ordeñan de sus vacas para calefaccionar sus viviendas (una vez ordeñada, deben bajar la temperatura de la leche. Para aprovechar este proceso, acoplaron un sistema de transferencia de temperatura al tanque recolector. De esta manera, el calor no se escapa y se traslada luego a las casas). Sus habitantes, con su compromiso e ingenio, han sido los grandes responsables de esta revolución, al convencerse de los beneficios económicos y ecológicos que traería y teniendo en mente “piensa globalmente, actúa localmente”, el lema verde que quieren difundir al resto del mundo.
Por Javiera Pérez
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